Un día de camino a la escuela, Aya se desvanece repentinamente. El doctor le diagnostica degeneración espinocerebelosa, una enfermedad neurológica rara e incurable. Tras entrar en el instituto, la condición de Aya empeora y el movimiento físico se le hace más difícil. A pesar de verse obligada a acudir a una escuela especial, consigue encontrar esperanza y alegría gracias al apoyo de sus amigos y de su familia.