¿La escena como reflejo de la vida o la vida como reflejo de la escena? ¿Dónde está la ficción? Ese es el interrogante que plantea la obra escrita, dirigida y protagonizada por Oscar Martínez, en el personaje de Damián Salas, actor, director, profesor de teatro. Él, junto a su mujer, Claudia Marini, en la piel de Claudia Fontan, ensayan una obra que es espejo, en muchos aspectos de su propia realidad.
El descubrimiento de un grafiti en el baño, en el que una alumna menciona su romance con el profesor, desencadena una serie de conflictos en los que la pareja medirá sus fuerzas, reflexionará sobre su relación, su pasado y su presente. Así surgirán los temas que los confrontan y los unen: la fidelidad y la infidelidad, los hijos, las exparejas. La melancolía, la tristeza, la risa con pinceladas irónicas acompañan los diálogos magistralmente interpretados por dos actores de probada capacidad.
Con escenografía de Alberto Negrín; iluminación de Nacha Guevara y vestuario de Sofia di Nunzio, esta obra mantiene, durante hora y media, la atención del espectador, invitándolo a reflexionar sobre su propia historia.